El poder del español “colombiano” en el mundo

Publicado por Manuela Osorio | abril 24, 2021 | Actualidad
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La camiseta que Juanes usó en la gala de los Latin Grammy del 2003 levantó cejas, causó alboroto y aumentó las ventas de todo tipo de mercancía con una frase en particular: “se habla español”. El cantante colombiano usó su popularidad en ascenso como plataforma para hacerle una crítica constructiva a los organizadores de un gran evento que, a pesar de estar dirigido a un público hispano, se presentaba en inglés. Sin embargo, el mensaje iba mucho más allá: era un guiño a los cientos de inmigrantes latinoamericanos en los Estados Unidos, y a sus hijos y nietos nacidos allí, un país conocido como “cementerio de idiomas”, en el que las comunidades de migrantes de todas partes del mundo pierden su lengua de origen al cabo de dos o tres generaciones, adoptando el inglés como idioma único.

Diecisiete años después, dos artistas de habla hispana conquistarían el podio de los más escuchados en Spotify, la plataforma musical de streaming más importante del mundo: el puertorriqueño Bad Bunny en primer lugar, y el colombiano J Balvin en el tercero. Los dos artistas, relativamente nuevos en la escena musical, acompañarían a dos divas latinas de larga trayectoria en la presentación del medio tiempo del Super Bowl, el espectáculo televisado con la mayor audiencia e inversión publicitaria del mundo: Jennifer López y Shakira. Con esa presentación cargada de mensajes políticos reivindicando el lugar de la comunidad latina en los Estados Unidos (y de paso, en el resto del mundo), se confirmaron varias cosas: ser latino se grita con orgullo, Colombia está de moda -y no solamente por Gabo ni las narconovelas- y el español está más vivo que nunca. 

(Música para tus oídos latinos: La playlist latina para empezar el 2021)

El mito de que el español moriría aplastado por el Tío Sam y sus homólogos en otros países del mundo, parece a punto de ser desmentido. Nuestra lengua materna tiene 483 millones de hablantes nativos en el mundo, manteniéndose como segunda lengua nativa después del chino. Después de México, Colombia es el segundo país con mayor concentración de hispanoparlantes, pero todo parece indicar que ese puesto nos lo quitará Estados Unidos en el 2060, año en el que 1 de cada 3 estadounidenses será hispano. Así pues, el español está ganando terreno en la geopolítica, la economía y hasta la cultura; con gigantes como Netflix apostando por la creación de series originales en español tras el éxito mundial de ‘La Casa de Papel’ o ‘¿Quién mató a Sara?’, protagonizada por el colombiano Manolo Cardona. Como si fuera poco, cerca de 22 millones de alumnos en el mundo estudian español como lengua extranjera, disputándose el segundo lugar de idiomas más estudiados con el francés y el chino mandarín. En medio de este boom lingüístico, nos asaltó una duda: ¿cómo vamos ahí los colombianos?

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¿De verdad en Colombia se habla el mejor español del mundo… O es ‘puro cuento’?

Portrait of a confused african man holding speech bubble and looking away isolated over orange background

Con 5 millones de colombianos regados por el mundo, nos preguntamos varias cosas: ¿qué tal le va al español “colombiano” alrededor del globo?, ¿cómo se perciben nuestra lengua, nuestro acento y nuestra jerga?, ¿son demandados los profesores de español de origen colombiano? Y la pregunta del millón: ¿qué tanto de verdad tiene ese mito que se dice y se repite hasta el cansancio, de que “en Colombia se habla el mejor español del mundo”? Para Martín Gómez, delegado del Instituto Caro y Cuervo en Madrid, la respuesta es clara: “No hablamos el mejor español del mundo porque el mejor español del mundo no existe. Simplemente hablamos español que conserva unos rasgos de un castellano antiguo que de fuera se ve como muy puro y culto, aunque para nosotros es muy natural”. 

Martín también advierte que no es posible hablar de un “español colombiano”, pues el idioma es muy diverso en sus matices, y al interior del país tenemos varios dialectos: “el español que se habla en Nariño no tiene nada que ver con el que se habla en la isla de San Andrés, o en los Santanderes”. Para él, esta idea es un tópico que se ha alimentado tanto desde afuera como desde adentro, y que se basa en el supuesto de que el “español más correcto” es aquel que más se parece a un español clásico: “si nos aferramos a esa idea entonces sí podríamos decir que hablamos “el mejor español”, pero desde el punto de vista de los estudios de la lengua, este concepto está bastante revaluado”. 

Lo que sí sucede es que el acento colombiano del centro del país -de donde proviene la mayoría de los colombianos migrantes- se percibe como muy dulce: “tenemos un acento suave en las maneras, y una forma de expresarnos muy amable, muy diplomática, muy ‘polite’ como dirían en inglés: siempre pedimos el favor, damos las gracias… Estas estructuras retóricas tan formales son un rasgo compartido a través de una parte importante de la Cordillera de los Andes: el norte de Argentina y Chile, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia, y también conserva una afinidad en ciertas zonas de Centroamérica y México; pero son muy distintas a como hablaría alguien de las costas Caribe o Pacífica en Colombia, o del Amazonas”.

Aprender español en Colombia o con profesores colombianos

 Imagen tomada de la cuenta de Instagram de Liliana @spanishwithlili

Imagen tomada de la cuenta de Instagram de Liliana @spanishwithlili

Sea o no “el mejor español del mundo”, lo cierto es que la versión del castellano que se habla en gran parte de Colombia está muy bien valorado internacionalmente de acuerdo con los estándares lingüísticos, una medalla que se empezó a capitalizar en la última década con una iniciativa del Gobierno de Juan Manuel Santos: convertir a Colombia en un destino idiomático importante para atraer estudiantes extranjeros. Instituciones públicas y privadas se unieron al reto, entre ellas el Instituto Caro y Cuervo (ICC), actor central en la promoción del patrimonio cultural lingüístico de Colombia. “Los destinos tradicionales como México, Argentina y España siguen llevándonos una ventaja importante, pero Colombia ha ganado terreno en este ámbito”, comenta Martín. 

Dentro de su labor, el ICC ofrece cursos tanto para los extranjeros que quieran aprender español y obtener un certificado de dominio del idioma, como para las personas interesadas en formarse como profesores de español, una opción laboral cada vez más demandada entre los colombianos en el exterior. Liliana Ruiz, mejor conocida como “La profe Lili”, pertenece a este grupo; oriunda de Pacho, Cundinamarca, ‘Lili’ dejó el país a los 18 años en busca de aventura: “Llegué a un punto al que llegamos muchos colombianos: mi vida era estudiar finanzas y trabajar en un banco. Quería un cambio, quería conocer el mundo, y empecé a investigar cuáles eran las formas más fáciles de hacerlo”, cuenta hoy desde Londres. 

Después de ser Au Pair en Alemania y vender carros en Argentina, Lili se fue para Malta a estudiar inglés y para poder estar más cerca de Will, un estudiante inglés que había conocido en Buenos Aires. Allí se dio cuenta de que también tenía vocación para enseñar: “Empecé a interesarme por conseguir un trabajo que pudiera hacer desde cualquier parte del mundo, sin la necesidad de estar en una oficina, y empecé a dar clases de español. Siempre me había gustado enseñar, tienes eso dentro; desde que estaba en Alemania me interesaba por explicarles a los niños las palabras y expresiones de nuestro idioma, y entendí que todo ese camino tan largo me llevó a ser lo que soy ahora: una feliz profesora de español”. 

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Una vez tomada la decisión, Lili empezó a hacer cursos virtuales y a conseguir certificaciones para enseñar el idioma con más herramientas. Como su solicitud de visa de turista para visitar a Will en Londres le fue negada dos veces, la pareja decidió volver a Colombia e instalarse en Medellín, una ciudad muy atractiva para los de fuera: “En Medellín me di cuenta de que hay una comunidad muy grande de extranjeros interesados en Latinoamérica, y que mi propuesta de valor era enseñar el idioma desde mi propia cultura”. Finalmente, hace dos años Lili y Will pudieron mudarse al Reino Unido, y allí Lili hizo un curso presencial para enseñar español en el reconocido Instituto Cervantes, la organización española que promueve el patrimonio cultural y lingüístico de la Madre Patria. Sin embargo, la metodología de ‘la profe Lili’ es diferente: “Desde el primer momento yo le digo a mis estudiantes: yo soy de Colombia y el español que vas a aprender conmigo es latino. También puedo enseñar el español que se habla en España si el alumno lo necesita, pero el 90% está interesado en aprender un español latino”. 

Lejos de los estereotipos del pasado ligados al conflicto y al narcotráfico, hoy el mundo tiene una percepción cada vez más diferente de Colombia: “Londres ha sido una experiencia súper bonita porque aquí he visto que Colombia está muy de moda; la gente se interesa mucho por nuestra cultura, gastronomía y biodiversidad. Esto no me había pasado antes en otros países, donde llegaron a requisarme en los aeropuertos al ver mi pasaporte colombiano. En Argentina me fue bien vendiendo autos, porque el colombiano tiene eso de ser entrador, pero había muchas ventas telefónicas y en esos casos tenía que cambiar mi acento y ponerlo argentino para hablar con los clientes más tranquilamente. Ahora, cuando hablo en inglés quizás trato de hacerlo con acento colombiano para que se note, porque es algo muy lindo, la gente está muy abierta y curiosa.. Ese es el plus que yo siento en Londres, aquí dices “soy de Colombia” con total orgullo, y así he querido reflejarlo con mi proyecto en Instagram”. 

Como muchos, Lili reinventó su profesión durante el confinamiento retomando un proyecto que tenía en el olvido: las redes sociales. Es así como desde su cuenta de Instagram @spanishwithlili empezó a crear una comunidad alrededor del aprendizaje del español desde las diferentes variantes que se hablan en los países latinoamericanos, especialmente en Colombia. Allí ha encontrado nuevos alumnos y hasta contratos con empresas como “The Colombian Coffee Company”, un negocio social que paga las clases de español a sus baristas. 

Imagen tomada de la cuenta de Instagram de Lory Martínez @_lorymartinez_: “Cuando haces un podcast sobre tu familia y el ser inmigrante, y termina en un gran anuncio publicitario en Manhattan. Mi papá lo filmó y no podía creerlo. Mi mamá lloró. Y yo estoy aquí, pellizcándome, porque esto de verdad está pasando. Muchas gracias al equipo de @spotify @imlizlopez por hacernos parte de #lonuestroesarte, una campaña que celebra la herencia latina #latinxheritage”.

Lo primero que le dijeron a Luisa Palacios cuando llegó a los Estados Unidos en un programa de intercambio lingüístico fue: “It’s not better, it’s not worse, it’s just different”. “No es mejor, no es peor, solamente es diferente”; ese ha sido su mantra para enfrentarse a todos los desafíos de ser una profesional migrante y criar a sus hijas bilingües. Esta profesora manizalita lleva 15 años viviendo entre los estados de Carolina del Sur y Carolina del Norte, enseñando español en escuelas públicas, y enseñando inglés como segunda lengua a otros inmigrantes. Con orgullo, cuenta que nunca se ha sentido mal por ser inmigrante, y mucho menos por hablar con acento colombiano: “Mi esposo también es ‘made in Colombia’, somos producto de exportación”, cuenta entre risas: “mis dos hijas sí nacieron aquí, pero usted entra a mi casa, ¡y esto es Colombia! Aunque de puertas para afuera tratamos de comprender la cultura americana e integrarnos a ella, pues al final es el país donde están creciendo nuestras niñas”. 

Históricamente, los hispanoparlantes en los Estados Unidos no usaban el español en su día a día, en su educación ni en su profesión, relegando el uso de su lengua nativa al contexto doméstico, y desincentivando la transmisión de generación en generación. Sin embargo, con el nacimiento de movimientos reivindicativos que buscan hacer frente al clima de tensión racial en el país, esta tendencia parece revertirse. Hoy en día los hispanos nacidos en los Estados Unidos están mostrando un nuevo interés por rescatar su cultura y no perder el idioma, o en el caso de muchos, de recuperarlo. 

“En la Costa Oeste de los Estados Unidos, los inmigrantes latinos estuvieron tan estigmatizados y fueron tan maltratados por hablar en español, que muchos decidieron no pasar el idioma a sus hijos para que no sufrieran lo mismo. Hoy en día, las cosas han cambiado: las nuevas generaciones están tratando de reencontrar su latinidad, porque su identidad está muy ligada a la lengua”, cuenta Lory Martínez, una periodista que se presenta como “una colombiana-americana que nació en Nueva York”. De padre caleño y madre bogotana, Lory aprendió español como primera lengua y viajaba a Colombia todos los veranos para visitar a su familia. Hoy vive en París, pero asegura no haber perdido su colombianidad neoyorquina: “Al mes de llegar a Francia empecé a extrañar ‘la casa’, el poder ir a la panadería a la esquina y pedir un pandebono con tinto a cualquier hora. ¡Menos mal que los colombianos estamos regados por el mundo!, y aquí también encontré a mis colombiches”. 

A pesar de ser bilingüe, Lory no fue consciente de los beneficios de hablar varios idiomas hasta muchos después de graduarse de la universidad. Tal vez por falta de referentes de mujeres latinas en la radio pública, donde quería trabajar, o de no sentirse del todo identificada con las versiones de latinidad que veía en los medios: cubanas, dominicanas, puertorriqueñas, mexicanas… Pero no colombianas. “Cuando llegué a París me di cuenta del súper poder que tenía al hablar tres idiomas: gracias a ellos pude abrir mi productora de podcast, y visibilizar historias como la mía: una latina, colombiana, nacida en Estados Unidos”. De esa necesidad de identidad, y de una reunión familiar que años atrás parecía improbable nació “Mija”, una historia contada en tres idiomas; inglés, español y francés, y plagada de colombianismos, que hace homenaje a sus raíces colombianas y a los sacrificios de su familia. 

Esta especie de “radionovela” moderna y macondiana resonó hondo en los oyentes, convirtiendo a “Mija” en uno de los podcasts más escuchados en varios países, llevándolo a las listas de recomendados del New York Times, y a un gran anuncio en pleno Manhattan. Al preguntarle qué significan los colombianismos en su vida, Lory responde: “Todo. Así es como yo veo el mundo, con esas expresiones de mis papás”, expresiones que mantuvo en las versiones en inglés y en francés de la historia para darle a la audiencia “el placer” de escuchar nuevos sonidos como ‘cacume’, ‘yeyo’ y ‘colorete’. Esta fusión lingüística se ha mantenido en la segunda y tercera temporada del podcast, ya disponible en todas las plataformas de podcasting. Con “Mija” Lory abrió Studio Ochenta, su empresa, que hoy produce podcasts en 19 idiomas, aunque su meta es llegar a 800: “¡Los que se hablan en Queens! Donde tuve el privilegio de crecer”. 

En este nuevo clima de orgullo idiomático Luisa les repite a sus hijas: “We speak English and Spanish because we are cool people”; “Nosotros hablamos inglés y español porque somos muy cool, gente chévere, les digo; porque quiero que ellas entiendan que el hablar dos idiomas se tiene que ver como un activo, una ventaja. Eso mismo les digo a mis estudiantes cuando están redactando un currículum, una hoja de vida: pongan el bilingüismo como un ‘asset’, un activo, porque hablar dos o más idiomas es una herramienta que nos permite estar abiertos a los cambios, a aceptar otras opiniones y otros puntos de vista, a estar abiertos a otras culturas y a que hay diferentes formas de hacer y decir las cosas”. 

A nivel gubernamental, también se está empezando a ver una ventaja en la protección de las lenguas nativas; ya no se compite entre idiomas ni se intenta suprimir los de las comunidades de inmigrantes, y se están empezando a implementar varios programas para capitalizar esta riqueza lingüística y cultural. En los Estados Unidos el español es el idioma más estudiado en todos los niveles de enseñanza, aunque de manera desigual entre estados, y en su interior, en los condados. De igual manera, en el Reino Unido nuestra lengua es percibida como la más importante para el futuro, incluso después del Brexit. Para Lili esta es una realidad que se percibe en las calles: “En mi barrio, al sur de Londres, es muy común ver niños nacidos aquí, que tienen uno o ambos padres hispanos, hablando en inglés y en español. También en las escuelas inglesas, donde antes prevalecía el francés, ahora veo que hay un interés mayor por nuestro idioma. El español está más fuerte que nunca”. 

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En cuanto a los estereotipos que aún persisten sobre las comunidades hispanoparlantes, la clave es tener muy clara la propia identidad: “cuando uno sabe quién es, qué tipo de profesional es, y se siente orgulloso de sus raíces, se abren muchas puertas”, dice Luisa. Por su parte, Lory finaliza la entrevista con dos consejos para quienes como ella, son hijos de inmigrantes: “En los Estados Unidos hay una identidad latina que se ve y se escucha, así que no olvides de dónde eres, y habla siempre el idioma de tu corazón”. 

 

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Sobre el autor
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Manuela Osorio
Manuela es Comunicadora Social y Periodista de la Universidad de Manizales y tiene un máster en Economía Creativa, Gestión Cultural y Desarrollo de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Ha vivido y trabajado en Estados Unidos, India y Reino Unido. Hoy se dedica a la creación de estrategias digitales para empresas y contenidos para medios digitales e impresos, desde España.

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