El acento colombiano: ¿se conserva o se pierde en el exterior?

Publicado por Martín Gómez | abril 14, 2022 | Comunidad
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Por aquí y por allí se oye decir con frecuencia que los colombianos hablamos el mejor español del mundo. Quienes en Colombia y en otros países alimentan y reproducen este lugar común exaltan no solo nuestro buen uso del lenguaje, sino también la belleza del acento colombiano —que es rico en matices regionales—.

Con el paso del tiempo, los migrantes vamos incorporando hábitos, costumbres, tradiciones y expresiones del sitio al que llegamos y nos apropiamos de ellos hasta convertirlos en parte de nuestra identidad. 

En el caso de quienes hemos migrado a países hispanohablantes el cambio de acento suele ser una de las consecuencias más visibles del proceso de integración a nuestro sitio de llegada y de asimilación de todo lo que encontramos allí.

En Colombia muchos recuerdan aún el caso del torero bogotano César Rincón, cuyo cambio de acento sorprendió al público colombiano a principios de los años noventa cuando dio sus declaraciones en radio y televisión tras salir cuatro veces por la puerta grande de la plaza de toros de Las Ventas de Madrid

Después de pasar solamente una breve temporada en España, de repente Rincón estaba hablando ante micrófonos y cámaras con el acento propio de un español de pura cepa.

¿Qué es lo que tiene el acento colombiano?

El acento colombiano es valorado por su suavidad y su musicalidad. Y como cualquier otro acento, tiende a atenuarse o a perderse poco a poco en gran parte porque la inmersión prolongada en el lugar de llegada termina haciendo que con el tiempo se vaya modificando —sobre todo si allí el español es la lengua oficial como en Colombia, o si a pesar de no ser de uso mayoritario es ampliamente utilizado, como en ciertas zonas de Florida, Texas, California y algunos otros estados del sur de Estados Unidos—.

Créditos: Instituto Caro y Cuervo

La alteración de nuestro acento colombiano cuando vivimos en el exterior depende no solo del grado de exposición que tengamos a otros acentos, sino también de lo permeables o reacios que como personas seamos frente a la influencia de estos.

Aunque con el tiempo quienes vivimos fuera de Colombia atenuamos o incluso perdemos nuestro acento colombiano, lo cierto es que casi siempre conservamos la amabilidad en las formas que lo caracteriza. 

Podemos cambiar algunas de nuestras palabras y expresiones o nuestro acento colombiano, pero rara vez dejaremos de decir “buenos días”, “por favor”, “hasta luego”, “gracias” o “con mucho gusto”.

Entre la conservación y la pérdida del acento colombiano

Y así como hay personas que absorben como esponjas otros acentos, también hay quienes a pesar del paso del tiempo conservan su acento colombiano intacto —o casi—. 

Todos conocemos a alguien que después de pasar un rato con alguien de Buenos Aires, Ciudad de México, Lima o Madrid termina hablando con acento bonaerense, chilango, limeño o madrileño. 

Y también a algún rolo, paisa o valluno que a pesar de llevar décadas viviendo en Caracas, Miami, Quito, Santiago o Valencia sigue hablando como si nunca hubiera abandonado su ciudad de origen.

El caso de la periodista colombiana Juanita Samper Ospina es el exactamente opuesto al de César Rincón: aunque llegó a España en 1997, a lo largo de estos 25 años no ha perdido su acento colombiano. Sin embargo, cuando habla con españoles incorpora un amplio abanico de palabras y expresiones locales para hacerse entender y cambia ligeramente la entonación.

Juanita no ha incorporado a su forma de hablar rasgos típicos del español peninsular como el seseo en la pronunciación de la “C” y la “Z” o el uso del “vosotros” en la segunda persona del plural porque esta forma de hablar no le sale naturalmente. Según ella, se sentiría falsa seseando y hablando de “vosotros”.

Donde fueres, habla como oyeres…

La exposición a otros acentos suele darse en el entorno familiar, laboral, educativo y social, por eso quienes más están inmersos en estos medios, tienden a sustituir su acento por el del lugar de llegada en los que la mayoría de las personas son locales, así como quienes trabajan de cara al público.

Este es el caso de la médica paisa Tatiana Jaramillo, quien desde 2013 trabaja en un hospital de Barcelona y lleva cuatro años casada con un zaragozano. Durante los doce años que Tatiana ha vivido en España ha ido asimilando e incorporando con total naturalidad a su forma de hablar los acentos de los medios en los que su vida personal y profesional se ha desarrollado.

El acento colombiano es uno de los muchos elementos que nos define y que ocupa un lugar central en la construcción de nuestra identidad. Nuestro acento tiene una gran variedad de matices regionales, al igual que la geografía, la idiosincrasia, la música y la gastronomía de nuestro país.

Independientemente de que mientras vivimos en el exterior con el paso del tiempo conservemos o perdamos parcial o totalmente nuestro acento colombiano, este siempre nos acompaña y nunca deja de sorprendernos cuando lo oímos en los lugares y las circunstancias menos pensados.

Créditos imagen: Marca País Colombia (https://www.colombia.co/)

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Sobre el autor
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Martín Gómez
Consultor editorial y gestor cultural. Ha trabajado en proyectos de formación, gestión cultural y producción de contenidos para editoriales, ferias del libro, festivales literarios, revistas, universidades y organizaciones culturales de Iberoamérica, Europa y África. Actualmente vive en Madrid (España).

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