Hace tres años, cuando Sarah llegó a hacer su prepráctica profesional en Asha International, su jefe le dijo “hoy te vas para Bélgica a hacer una entrega”. Así que, con su morral rosado al hombro, su 1.54 m. de ‘puro picante’ y su determinación para quedarse trabajando en Rotterdam, Sarah entró al burdel a hacer el mandado: “¡Hola! Vengo a hacer una entrega de condones y lubricante”, le dijo a la mujer altísima que la recibió, señalándole las tres cajas que llevaba, y que parecían ser más grandes que ella. Como buen practicante, ella era la ‘todera’ de la empresa, y eso incluía hacer los domicilios.
-”Yo tengo 27 años, pero soy chiquitica, todavía parezco de 16, entonces a veces me miraban como diciendo ‘¿y esa niña qué hace aquí?’ (risas). Usualmente, cuando tú entras a un burdel en Holanda hay un pasillo largo donde están las trabajadoras sexuales, empelota o en babydoll. Cuando hicieron el pago yo tenía que devolverles, así que tuve que abrir mi morral rosado brillante de puntos, con llavero de unicornio colgando al lado, y sacar mi monedero; una botella de Alicia en el país de las maravillas. (Muchas, muchas risas). Esta es una historia real. No es fake news. Es totalmente ‘legit’. Después de ese día, lo boté”.
Sarah Cadavid quería ser veterinaria, pero por azares del destino acabó estudiando Diseño Industrial en la Universidad Javeriana de Bogotá, una carrera que, de una u otra forma, le ha permitido trabajar por lo que más le importa: los animales y la protección del medio ambiente. Lo cierto es que Sarah llegó a esta industria por casualidad y, aunque nunca se imaginó trabajando en el mundo de los productos de higiene femenina y el mercado erótico, hoy no cambiaría ni una coma de su historia, pues lo que le falta en estatura le sobra en carisma, talento y determinación para ser la mejor. “Es un mercado súper interesante, uno piensa que la gente es muy ‘shady’ (algo así como ‘turbia’), pero en este mundo he encontrado gente que es demasiado mente abierta. La gente es súper feliz, ¡habla las cosas con tanta naturalidad!, cosa que nunca me había pasado en otras partes”. El hecho de que terminara haciendo su práctica en esa empresa, y lo que sucedió a continuación, parece pura predisposición divina.
De Bogotá a Rotterdam
Imágenes tomadas de la cuenta de Instagram de Sarah Cadavid @Sarahhcadavid
-“Yo quería hacer mi pre práctica profesional en el exterior, ¡y todo lo que yo me propongo, lo logro! Se lo decía a todos mis amigos de la universidad: yo me voy, yo ya me fui, ya me verán siendo la ‘manager’ de alguna empresa extranjera, y nadie me ponía mucho cuidado. Las palabras tienen muchísimo poder”, cuenta entre risas; Sarah es de esas personas que se ríen todo el tiempo, y que contagian las carcajadas. Buscando su oportunidad, encontró a Asha International en la base de datos de los practicantes de La Javeriana, una compañía a punto de ser eliminada de la lista por las dificultades burocráticas de enviar estudiantes a Holanda, y porque por allí ya habían pasado cientos de practicantes de todo el mundo, y ninguno se había quedado: el jefe era estricto y quería resultados. Sarah se le midió al reto y tomó la decisión de irse, no sin antes provocar un pequeño cataclismo familiar.
–”Mis papás son súper católicos, y cuando les conté me dijeron ‘¡¿Cómo así que tú te vas a trabajar en esa industria?!.. Por favor no le vayas a decir a nadie de la familia’. Mi papá ni siquiera sabe decir ‘condón’, ¡y yo tampoco podía cuando llegué a Holanda! Al comienzo pasé de cuidar mis palabras y tener mucho tacto, porque yo con mi familia nunca toqué este tema, a hablar muy abiertamente de todo esto; primero, ¡porque me tocó!, y segundo, porque tengo que transmitirle confianza a nuestros clientes, y porque si soy la manager de Beppy no puedo tener pelos en la lengua. Hoy mi mamá trabaja para mí en Beppy Colombia”.
Y aquí es donde los dejamos en suspenso para que lean la historia hasta el final: ¿cómo es que Sarah se convirtió en gerente en solo tres años?, ¿qué es ‘Beppy’ y qué tiene que ver con Asha International? Las preguntas del millón se resolverán en breve, querido lector, cierre las pestañas que tiene abiertas en el computador y concéntrese, porque esto se puso más bueno de lo que ya estaba.
Para continuar con la historia es necesario conocer unos datos adicionales sobre Sarah: tiene un máster en modelado digital de producto en 3D con la Universidad de Valencia, y varios cursos de ética animal con la Universidad de Kyoto. Para ella es muy importante cuidar el medio ambiente, ama profundamente a los animales, y en su tiempo libre hace ilustraciones para niños, aunque confiesa que “a la gente le parece curioso que lo haga, y al mismo tiempo trabaje en ‘esta’ industria”. También es una creadora nata: para su tesis de grado ideó un producto ortoprotésico para perros con displasia de cadera, y en Asha International diseñó desde cero el que hoy es el producto estrella de ‘Beppy’, una marca subsidiaria de la compañía: la Beppy Cup, una copa menstrual que puede usarse durante años, evitando la contaminación que generan los productos desechables tradicionales, y el dineral que se gastan las mujeres alrededor del mundo en ellos. La Beppy Cup fue su autopista de ascenso profesional, y se ha convertido en todo un manifiesto sobre la libertad y el empoderamiento femenino.
La historia de la Beppy Cup
La primera copa menstrual se inventó en 1937, pero solo hasta hace unos años empezó a ponerse “de moda”. Hoy el mercado está lleno de marcas, ¡pero la Beppy no es cualquier copa!, pues además de cuidar el planeta, reúne todas las características que miles de mujeres alrededor del mundo han estado buscando en sus productos menstruales; facilidad de uso, bajo costo y libertad para hacer todo lo que durante tanto tiempo estuvo “vetado” durante el periodo: nadar, ir al sauna, hacer ejercicio de alto impacto, usar ropa de cualquier color y tener relaciones sexuales sin derrames ni preocupaciones. Además, tiene una sola talla que funciona y se adapta al cuerpo de todas las mujeres y es, de lejos, la copa más suave y flexible del mercado. Esto, y su tecnología anti derrames, hace que sea posible mantener relaciones sexuales durante la menstruación, sin siquiera sentirla.
Resumiendo, Sarah llegó a Holanda como la practicante ‘todera’ dispuesta a todo; como buena colombiana, le puso alma, vida y corazón a su trabajo, pasados los seis meses de práctica le ofrecieron algo inusual: quedarse seis meses más en periodo de prueba para decidir si la contrataban o no, y el final feliz ya lo conocemos. “A uno como practicante lo ponen a hacer de todo, pero a mí me encantaba: todo lo que hice fue escalar hasta la cima”. Pero además de los domicilios y los oficios varios propios de un becario, Sarah tenía una instrucción clara desde el principio: “necesito que diseñes una copa menstrual”, le dijo el jefe estricto que acabó convirtiéndose en un “ángel” para la protagonista de esta historia.
-”La Beppy Cup la diseñe yo desde cero, hasta el empaque: quería diseñar un producto que las mujeres no tuvieran miedo de mostrar, eso es lo más importante, que la gente no tenga pena. Mi jefe simplemente me dijo lo que quería, sin especificaciones, con total libertad. Entonces yo me puse la 10 y empecé a utilizar copas menstruales de diferentes marcas. Un día se me ocurrió la idea y le dije a mi jefe; ¿por qué no hacemos una copa menstrual que sea especial para mantener relaciones sexuales?, y me dijo ‘Muy bien. Work on in’ (como quien dice ‘¡hágale! Trabájele y después hablamos’). Me dejó escoger todo sin ninguna presión, tuve todo el tiempo y los recursos del mundo para hacer un producto estrella en este mercado, porque me di cuenta de que en general siempre encuentras la copia de la copia de la copia…”
Para diseñar la Beppy Sarah no solo se puso en los zapatos del usuario; hizo muchos ‘focus groups’ con trabajadoras sexuales -profesión que en Holanda es legal y regulada desde el año 2000- vio muchos videos de mujeres hablando de sus experiencias con las diferentes copas, e identificó los dos problemas mayores: el tallaje, porque existen muchas opciones e instrucciones y nunca queda claro cuál era el tamaño indicado para cada mujer, y la incomodidad de sentir la copa dentro del cuerpo. “Uno tiene que hacer las paces con su cuerpo y hacer vida normal cuando está menstruando. Por eso el cuerpo de la Beppy es súper suave y la parte de arriba es un poquito más durita, para que la copa tome la forma de tu cuerpo, y no al revés; y para que la copa no dañe el cérvix ni la cabeza del pene a la hora de tener relaciones sexuales. Cuando ya teníamos el prototipo, la probamos con las trabajadoras sexuales y les encantó”.
El éxito de la Beppy Cup fue rotundo, y no solamente debido a la genialidad de la copa y los productos a su alrededor: jabones íntimos, lubricantes, máquinas esterilizadoras y hasta “ollitas” de peltre, sino también por la forma en que se comunica a través de sus redes sociales. Los canales de YouTube e Instagram de la Beppy Cup tienen una estética preciosa y colorida, pero lo más importante es el tono claro y relajado que utilizan Sarah y su equipo para hablar sin tapujos acerca de menstruación, sexo, anatomía femenina, anticoncepción… Todos esos temas que en algunas partes de la sociedad siguen siendo tabú, y que afectan tanto a mujeres como a hombres. En el mundo de la Beppy se habla con humor y se responden todas las preguntas con rigurosidad científica, a través de videos que Sarah produce, escribe, graba y edita.
Este éxito lanzó la copa al mundo, pues de Holanda saltó a España, a Alemania y a Latinoamérica: en Colombia batió récords de ventas, y pronto Sarah empezó a recibir mensajes de México, Chile y Guatemala, tres mercados que abrió y en los que están arrasando. “Todo ha sido maravilloso, estas copas se acaban en un abrir y cerrar de ojos. Empecé siendo la diseñadora de producto, de empaque, de redes sociales, y ahora soy la manager y la directora creativa de todo lo que se hace en Beppy. Nunca me imaginé haciendo esto, pero estoy súper feliz porque con la Beppy Cup estoy logrando ayudar a la gente de una manera increíble”.
En su tiempo libre Sarah hace ilustraciones para niños. Imagen tomada de la cuenta de Instagram de Sarah Cadavid @Sarahhcadavid
Los vínculos con Colombia
Hablar de copas menstruales es hablar de libertad, autocuidado, responsabilidad ambiental, empoderamiento femenino y hasta educación. Por más anacrónico que parezca, en muchas comunidades alrededor del mundo tener la menstruación es sinónimo de suciedad y aislamiento. En su programa de responsabilidad social, Beppy está preparando la donación de copas menstruales a las comunidades indígenas vulnerables en el departamento de Nariño, en Colombia, de la mano de Kiwa Raíces Orgánicas y su creadora, Sol.
-”En estas comunidades indígenas la menstruación es un tabú y no se conoce ninguna clase de producto de higiene femenina, lo que las mujeres utilizan allí son pedazos de toallas y camisetas que lavan. Sol lo que hace es irse para el monte con su maletica y hablar del tema con las mujeres, para que empiecen a tener más confianza con su cuerpo y que no tengan miedo de conocerlo. Lo que pasa es que en estas comunidades el ‘Taita’, que es el hombre que dirige la comunidad, les dice a las niñas que cuando tengan la menstruación no pueden tocar a los niños porque son impuras, porque les van a dar mala suerte y hasta pueden matarlos. Cada resguardo indígena tiene una casa común en la que se reúnen para actividades colectivas y espirituales, y cuando las mujeres tienen el periodo ni siquiera pueden acercarse allí. Lo que queremos es cambiar esa perspectiva. Junto a las copas, también hemos diseñado unas bolsas especiales, hechas por las mismas comunidades indígenas, para que las mujeres guarden sus copas y sientan más confianza a la hora de usarlas”.
Misión: demostrarles a los holandeses que los colombianos somos unos berracos
Aunque su historia está llena de éxito, no ha estado libre de obstáculos y prejuicios: “La verdad es que muchas personas piensan que como uno es colombiano no tiene suficientes capacidades para hacer las cosas, ¡y nosotros somos muy echados para adelante! De por sí somos ‘toderos’, nos le medimos a todo, no le ponemos peros a nada y estamos en la capacidad de lograr lo que nos proponemos. Yo crecí con mis papás, que son jefes, y tengo ese espíritu de líder; ¡me encanta mandar!.. Pero bien (risas). Cuando llegué a Asha me pidieron ‘A, B y C’, pero yo hice hasta la Z, y más. En general fue demostrarles a los holandeses que como colombiana podía sacar la cara por el país, y también demostrarles a los colombianos que uno mismo se pinta la línea de lo que puede y no puede hacer. Mucha gente me dice que yo tenía todas las posibilidades económicas para irme del país, y sí, crecí en una familia pudiente y mi papá me pagó el tiquete, ¡pero nada más!, yo me busqué todo. Cuando tú te vas del país tienes que hacer las cosas por ti mismo, no influyen la plata, o si estudiaste en X o Y universidad, ¡para nada! Eso aquí no importa, solamente importan tu actitud frente al trabajo, frente a lo que estás haciendo, y si lo haces o no con pasión”.
Como Sarah, muchos colombianos migrantes están dejando en alto el nombre del país. Si tienes una historia que quieras compartir con nuestra comunidad, no dudes en escribirnos a través de nuestra cuenta de Facebook. Si te gustó esta historia, te invitamos a compartirla, pues, como buenos colombianos, los logros de uno son los logros de todos.