En mi vida, igual que en la de muchos colombianos, he crecido jugando, viendo y hablando de fútbol. Desde pequeño he jugado en canchas de todas las superficies, con balones de todos los tamaños y formas, me he puesto la camiseta y he seguido a muchos equipos y a la selección en los mundiales y en amistosos. Además, como todo colombiano, a pesar del alto nivel de las ligas europeas sigo revisando los resultados de mi equipo de la liga colombiana (que no revelaré para mantener la neutralidad).
Imagen tomada: https://m.las2orillas.co/la-disciplina-alemana-con-la-que-james-le-callo-la-boca-zidane
Entre amigos o conocidos, el fútbol es un tema obligatorio; mejores jugadores, técnicos, alineaciones, esquemas, partidos… un mundo con el que todo colombiano tiene contacto en mayor o menor grado y que está presente en las calles los periódicos y en nuestros celulares, pero también en nuestro corazón.
Al otro lado del atlántico en el país germano están la casi invencible selección alemana y el super campeón Bayern Múnich, ambos mundialmente conocidos por los seguidores del “deporte rey”. Sin embargo, poco se sabe fuera de Alemania de cómo los alemanes de a pie viven y sienten el fútbol. Por esto traigo para ustedes una selección de algunas de mis experiencias de fútbol viviendo en Alemania.
- El fútbol por televisión
¿Cómo ven los alemanes un partido de fútbol desde sus casas o en los bares? Con bufanda al cuello y cerveza en mano, claro. En general, los bares y restaurantes donde transmiten los partidos son algo menos bulliciosos de lo que se espera. Por largos episodios del partido, incluso el comentarista guarda silencio y se limita a ser un espectador más. Se escuchan únicamente los cánticos de los ultras (los “barras bravas”), quienes se encargan de poner el ambiente dentro y fuera del estadio, apoyando al equipo local con pancartas y cánticos durante todo el partido sin importar el marcador. Son también a quienes más extrañan los espectadores esta temporada, en la que los partidos se juegan a puerta cerrada o con público limitado.
- Cantar el himno y llevar la bandera
Aún recuerdo la emoción que sentí al cantar el himno nacional en la previa del partido Colombia vs. Grecia en el mundial 2014, después de 16 años sin acudir a la cita mundialista. Por lo mismo no pude disimular mi extrañeza al darme cuenta de que los alemanes no cantan el himno de su país antes de los partidos. La única excepción a esta regla al parecer fue el mundial del 2006, debido al contexto particular de Alemania como sede del mundial, y al intercambio cultural que se vivió en ese momento. Este acto tiene un trasfondo mucho más profundo del que parece; en Alemania símbolos como la bandera o el himno son un reflejo de un nacionalismo radical con el que la mayoría no son afines. Al final, esto no impide que los alemanes disfruten del ambiente futbolero.
- Llenar el álbum del mundial
Aficionados al fútbol o no, cada cuatro años los colombianos se ven contagiados por la fiebre de llenar el álbum del mundial. En las ciudades y pueblos ya existen sectores bien conocidos en donde se puede encontrar a gente intercambiando láminas (las populares “monas”) a casi cualquier hora del día.
En Alemania el álbum es un pasatiempo de los más chicos y lamentablemente no existen lugares de intercambio. Por lo tanto, para llenar mi álbum de Rusia 2018 tuve que recurrir a un método desconocido para mí, pero usado habitualmente en Alemania: el intercambio virtual. En una página, los interesados en completar el álbum insertan los números de las láminas que tienen repetidas, y las que les faltan. El sistema muestra a cada persona una lista de potenciales intercambios, y permite abrir negociaciones. Si ambas partes llegan a un acuerdo, sus direcciones son intercambiadas y cada uno envía las láminas acordadas por correo postal. Como ya se puede intuir, es un sistema que funciona sólo por la confianza y la buena fe de los participantes y para mí fue sorprendente que funcionara.
- Jugar en un equipo de fútbol aficionado
Existen pequeños clubes por toda Alemania, de pueblos o ciudades intermedias, que hacen parte a la federación alemana de fútbol (DFB por sus siglas en alemán) o sus asociaciones regionales. Así los equipos aficionados disputan cada temporada el ascenso a categorías mayores con otros equipos de la región. Sin importar si es la quinta o la décima categoría, cada liga cuenta con su propio calendario, noticias y hasta la posibilidad de seguir el partido en línea por medio de una aplicación. Lo interesante es que teóricamente cualquier equipo de las divisiones regionales puede ascender hasta llegar a la Bundesliga. Un ejemplo reciente de este fenómeno es el TSG Hoffenheim, un equipo regional que (no sin una cuantiosa inversión) ascendió desde las divisiones regionales hasta llegar a la primera división.
En la ciudad en la que resido encontré un equipo de fútbol aficionado, que curiosamente es conformado en su mayoría por latinos e hispanohablantes: el Atlético Erlangen. A pesar de jugar en la división más baja del fútbol regional, es un equipo con sentido de competencia y ofrece la oportunidad de mantener el vínculo de los jugadores con sus orígenes, integrando a la comunidad latina lejos de casa. Esa es una de las cosas bonitas del fútbol, juéguese donde se juegue.
Escrito por: Edgar Andrés Suárez Guarnizo
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