Cuando la nostalgia ataca, las dos cosas que más extraño de “mi casa” en Colombia son el tinto de mi papá y las sopas de mi mamá. Durante años, mi papá asumió el rol de despertarse antes que todas, poner la cafetera viejita (porque las nuevas jamás dieron la talla) y preparar su café perfectamente equilibrado para que mi mamá, mi hermana y yo empezáramos el día “como Dios manda”. También se apropió la tarea de lavar la loza por las noches y los fines de semana, tender la ropa y hacer el almuerzo los domingos, sin que supusiera nada extraordinario.
Mi papá hacía (y sigue haciendo) los mandados: las filas del banco, las vueltas en la notaría y el mercado; porque mi mamá cocina como los dioses, pero por favor que nadie la mande a mercar porque no tiene ni las ganas ni la paciencia. Eso sí, ¡a mi papá tampoco lo pongan a clavar una puntilla porque se vuela un dedo!; esas tareas de pintar, resanar, colgar, construir y remodelar están asignadas a mi madre, ducha en las artes manuales que van desde hacer un muñeco de trapo hasta destruir un armario viejo a martillazo limpio.
Así pues, en cuanto a roles de género, mi familia no fue la norma. Tal vez por eso fui a dar con un esposo que desde los cuatro años tenía muy claro que quería ser papá, mientras paseaba a su hijo-muñeco Jaime (que todavía nos acompaña), y que sueña abiertamente con el día en que yo gane lo suficiente para dedicarse a cuidar a nuestra hija Julieta, al menos un par de años. Jorge quiere convertirse en lo que los angloparlantes denominan un ‘stay at home dad’, un papá que se queda en casa y se hace cargo del hogar mientras su pareja se enfoca en su carrera profesional.
Los ‘stay at home dads’ o ‘papás amos de casa’ están dejando de ser una rareza en muchas sociedades, especialmente las más igualitarias y con mayores garantías sociales. Sin embargo, en otras culturas siguen siendo una anomalía, especialmente en las asiáticas y latinas; donde la idea del cuidado del hogar y de los hijos está tan asociada a la mujer, y donde el rol del hombre implica ser el principal proveedor económico de la familia.
Fracasar en ese rol social muchas veces implica ser percibido como débil, poco hombre o “mantenido”, despreciando la magnitud y la dificultad que implica administrar un hogar: “se considera una actividad de segundo orden y no es así, es uno de los pilares de la sociedad… Es administrar la casa, la familia, la economía doméstica y hasta la salud psicológica”, dice Pedro Caballero, un español que dejó un trabajo bien remunerado como jefe comercial para dedicarse a su hogar y sus tres hijos, y quien hoy dirige la plataforma Amosdecasa.com, tiene un canal de YouTube y un programa de radio donde da “trucos y consejos para el hombre de hoy”.
Los amos de casa colombianos: un caso por estudiar
Guillermo Beltrán, un colombiano de 63 años que fue amo de casa, se considera un ‘afortunado de haber sido el fiel encargado de su casa’, a pesar de los estereotipos y el escrutinio social al que fue sometido varias veces: “con ese rol mío nos importaba un pito lo que pensara la gente, además nosotros nunca lo vimos como algo negativo: yo no era un recostado, yo no era un pelele, yo no era un vividor, yo era un formador de personas. Muchos de los compañeros con los que estudié son muy exitosos y no todos ejercen lo que estudiaron, entonces, ¿por qué ser papá no puede ser otra rama? Claro, porque no da plata. No da plata, pero nos dio cosas más importantes”. Su historia y la de otro papá amo de casa se cuentan en el artículo Hombres rebeldes que se han lanzado a ser amos de casa, de El Espectador.
En Colombia no hay muchos estudios al respecto, pero según cálculos del economista Camilo Herrera en su blog ‘Colombiador’, publicado en El Tiempo, 7 de cada 100 hombres en el país son amos de casa. Esta cifra salió de los datos censales del 2015 y necesita actualización, pero nos da un panorama bastante claro sobre la situación. El economista reporta que en 2008 el dato era de 5 de cada 100 hogares colombianos, probando que la tendencia es una realidad creciente, y que si continúa en la misma dinámica, en 2023 serán 10 de cada 100 hogares los que tendrían un “amo de casa”, obligándonos a replantear muchas cosas a nivel social y cultural.
“No se es más ni menos hombre por coser un botón”
Pedro sabe que “no es se es más ni menos hombre por coser un botón” y lucha porque ver a un hombre planchando, cocinando, limpiando, cosiendo o atendiendo a sus hijos sea la norma, no la excepción. En su caso, la decisión llegó al ver que mantener el ritmo de trabajo de él y su pareja (empresaria) y delegar las tareas del hogar a una tercera persona no les estaba funcionando: era caro y no pasaban tiempo de calidad con los niños. Alguien tenía que quedarse en casa y él se le midió al reto.
Hoy en día es común ver a ambos padres trabajando y haciendo malabares para conciliar la vida profesional con la familiar. Las revoluciones sociales y feministas de los años 60 hicieron que la presencia de la mujer en el mundo laboral se normalizara, pero la presencia de los hombres en el ámbito doméstico siguió viéndose como algo extraño, poniendo toda la carga sobre los hombros de las madres. La situación no es igual en todas partes y está cambiando rápidamente: aunque a diferentes ritmos, el feminismo se está fortaleciendo en todos los puntos del globo; las crisis económicas y la digitalización están transformando las dinámicas laborales; y las nuevas generaciones están redefiniendo los roles de género: los papás Millennials reclaman más tiempo de calidad con sus hijos y los hijos Centennials demandan padres y madres igualmente presentes.
Estigmas sociales para los papás amos de casa y las madres proveedoras
Cada vez son más los hombres que, por necesidad o por vocación, asumen las labores del hogar y el cuidado de los hijos: en una entrevista a tres amos de casa españoles, los papás afirmaron que la mejor parte de su labor es poder disfrutar de los hijos, y que en sus círculos sociales, esto despierta más envidias que suspicacias. Sin embargo, aún hay muchos prejuicios al respecto que los ‘stay at home dads’ deben desafiar: que no saben limpiar tan bien, que no son tan buenos cuidadores, o que si se quedan en casa es para ver deportes todo el día.
De igual forma que las madres que dedican mucho tiempo a su carrera reciben reproches no pasar suficiente tiempo con sus hijos, los papás que piden reducción de su jornada laboral o la dejan de lado un tiempo para dedicarse a sus hijos, son tachados de poco ambiciosos o de no tomarse su carrera en serio.
¿En qué países está más y menos aceptado ser papá amo de casa?
Finlandia es el único país del mundo donde los padres pasan más tiempo con sus hijos que las madres por una diferencia de ocho minutos al día. Los largos y remunerados permisos de paternidad y maternidad, y las guarderías públicas han contribuido a crear una cultura de igualdad. En general, los países nórdicos y europeos llevan ventaja sobre el tema. En España el Instituto Nacional de Estadística reportó 292.000 hombres entre 20 y 65 años inactivos por labores del hogar, es decir, 292.000 “señores de su hogar” en 2018. La Asociación Amos de Casa eleva la cifra a un millón de amos de casa a tiempo parcial y completo. En Estados Unidos la cifra es menos clara: un estudio del Centro de Investigación Pew en 2014 los sitúa en dos millones (una quinta parte, latinos); pero de acuerdo con la red National at-home dad network, en el país hay siete millones de padres que son los principales cuidadores de sus hijos.
En cuanto a los países donde los hombres que se quedan en casa para cuidar a sus hijos son vistos como “menos hombres”, el podio lo comparten Corea del Sur (76%), India (39%) y Brasil (26%), de acuerdo con un reciente estudio sobre las actitudes globales hacia la equidad de género. En ese mismo estudio, los tres países que mostraron mayor desacuerdo ante esa afirmación fueron Serbia (92%), Países Bajos (90%) y Colombia (87%).
Según las estadísticas y la visión del sociólogo Scott Melzer, autor del libro “Manhood impossible” (Masculinidad imposible), la tendencia de los padres amos de casa va al alza, incentivada, entre otras razones, por el deseo de los hombres de ser padres más comprometidos. Sin embargo, el cambio es lento, sobre todo por la falta de apoyo y facilidades que aún se encuentran en la cultura laboral, el sistema económico y la falta de ayudas por parte de los gobiernos para que esto pueda materializarse.
Misión: encontrar papás colombianos en el exterior que sean amos de casa
Motivados por el tema y para celebrar el Día del Padre, en esta sección de ‘mamá en el exterior’ nos pusimos en la tarea de buscar papás colombianos en el exterior que fueran amos de casa y nos contaran sus historias.
La hipótesis: en este nuevo contexto y teniendo en cuenta que para los migrantes es más difícil abrirse camino laboralmente en un país diferente al suyo, es probable que haya muchos papás colombianos que se hayan convertido en amos de casa, ya sea por conveniencia económica o porque simple y llanamente se mueren de ganas por pasar esos primeros años con sus hijos.
La misión: ¡encontrarlos!
El método: una búsqueda rápida en Google me dio una idea bastante adecuada de la realidad: al escribir “papá colombiano en el exterior” se obtienen resultados sobre la nacionalidad, trámites con hijos en otros países, la visita del Papa Francisco a Colombia y recetas con papa criolla como el ajiaco (¿?). Al teclear “mamá colombiana en el exterior” aparecen principalmente imágenes y artículos que exaltan la maternidad y los sitios web de algunas blogueras. No, no parece haber amos de casa colombianos famosos en la red. El siguiente paso fue poner un anuncio en el grupo de Facebook de Vínculos, tipo “se busca”.
El hallazgo: recibimos un mensaje de una colombiana contándonos que, al llegar a España, su esposo tuvo que encargarse temporalmente de las labores del hogar mientras ella trabajaba. Lo contactamos y al cierre de este artículo aún no habíamos obtenido respuesta. (¡Historia en suspenso! Estén pendientes de futuros artículos). También encontramos una colombiana con un alto cargo en una empresa española, mamá de tres hijos y que nunca ha renunciado; en cambio su esposo español sí se ha dedicado en varios periodos a cuidarlos en exclusiva, pero esa es una historia para otro día.
Plan B: mientras encontramos a esos papás, desafiadores de los estereotipos y que están redefiniendo la masculinidad, decidimos encuestar a tres colombianos migrantes (sin hijos, aún) sobre el tema; ¿qué piensan al respecto?, ¿se convertirían en amos de casa?, ¿bajo qué circunstancias?
Muestra: amigos A, B y C, residentes en España, Panamá y Estados Unidos. Uno soltero, dos en pareja. En sus treintas. Con estudios superiores.
Método: audio-encuesta por WhatsApp
Resultados: positivos. Motivaciones mixtas. Detallados a continuación.
Sujeto A: Héctor · España:
“Aquí lo haría, en Colombia no. Si en ese momento Christina tiene los medios económicos para sostener la familia, ¡bienvenido sea! Tomaría esa decisión por el momento profesional y emocional por el que estemos pasando: si ella se siente satisfecha con lo que ha vivido y quiere dedicarse al bebé, me parece perfecto, pero si siente que le falta cumplir metas laborales, yo podría hacer una pausa en mi carrera durante un tiempo.
En Europa hay muchas más leyes que favorecen ese cambio de mentalidad. En Colombia no existen y eso fortalece el lado machista que a veces tenemos como sociedad: la licencia de paternidad es solo de ocho días, así que la idea de que la mamá es quien se hace cargo del hijo y el papá quien trabaja, se establece desde el nacimiento del bebé. La brecha salarial también influye. Lo de la reducción de jornada, que aquí es más común, allí no lo veo posible, creo que si lo llegas a plantear te van a decir “chao pues mijito”.
El sistema es un poco machista y eso ha pegado fuerte culturalmente: si la mujer vuelve al trabajo y el marido se queda en casa, probablemente sea visto como “un mantenido”, pero si es ella la que renuncia, es lo más normal y se acepta mejor. Actualmente los padres quieren estar más con sus hijos, especialmente en las relaciones más jóvenes, pero no tiene las garantías para hacerlo, aunque tenemos amigos que han podido conciliar gracias al teletrabajo”.
Sujeto B: Pablo · Panamá:
“Si me casara con alguien que tiene el súper trabajo, y llegamos a la decisión por temas económicos, lo haría como solución temporal, mientras pasa el tiempo de crecimiento y sentimos que tiene edad para ir a la guardería o quedarse al cuidado de una niñera. No es lo que más quisiera; a mí me gusta trabajar y tener mis cosas, pero lo haría por un tiempo, sería una de las últimas alternativas”.
Sujeto C: Felipe · Estados Unidos:
“A esta edad, en la que siento que ya he pasado por todo; llegué a la cima de mi carrera, me fui del país buscando nuevas experiencias, hice trabajos que nunca pensé que iba a realizar (y me demostré que no se me caían los anillos), definitivamente me le mediría a ser amo de casa con toda. Lo de las tareas del hogar ya lo tenemos repartido y aprendido, pues antes de vivir juntos, llevábamos muchos años viviendo solos y manteníamos nuestros propios apartamentos. Eso no es problema. Si podemos vivir de un solo sueldo y mi pareja es la proveedora, sería totalmente feliz haciéndome cargo de nuestros hijos. Eso sí, de casa poco, ¡nos la pasaríamos en la calle!”
Este fue nuestro homenaje a los padres colombianos amos de casa: poner el tema sobre la mesa, y aunque aún no los conocemos, desde ya los admiramos. ¿Qué opinan sobre el tema? ¡Cuéntennos en un comentario! Si son papás colombianos en el exterior que se dediquen al cuidado de sus hijos y del hogar, escríbannos a manuelaopineda@gmail.com, queremos contar su historia. ¡Feliz día del padre para todos! (Amos de casa, o no)