El escenario de estar en confinamiento con la familia o la pareja para muchos es ideal porque ayuda a reconectarse, pasar más tiempo juntos, dedicarse a proyectos que por los afanes del trabajo estaban aplazados y muchas cosas más. Para otras personas, sin embargo, la situación dista de ser ideal y se convierte en un peligro para quienes se encuentran involucrados en relaciones abusivas o con casos frecuentes de violencia doméstica.
Los reportes de este tipo en muchas partes del mundo han confirmado que las órdenes de confinamiento han disparado los casos de violencia intrafamiliar, especialmente con víctimas mujeres y menores. Estos últimos, han aumentado en un 22% las llamadas a líneas de prevención de abuso en Estados Unidos, según un reporte del Rape, Abuse and Incest National Network. Incluso, en varios países se han reportado alarmantes bajas en las llamadas de reportes, que se presume se deben a la imposibilidad de las víctimas de hacer una llamada o contactar a alguien en busca de ayuda.
Si bien es cierto que una situación de violencia en el hogar no nace directamente de una circunstancia de confinamiento, sí resulta propicio para que estos casos aumenten. Yaned González, psicóloga clínica que asesora a víctimas de abuso sexual en Florida (en especial inmigrantes), nos recuerda que la definición de violencia de la Organización Mundial de la Salud es clara: uso deliberado de la violencia física o el poder, ya sea en grado de amenaza o afectivo. En este sentido, son muchas y muy distintas las formas en que la violencia puede manifestarse en el hogar, pero en estas condiciones las autoridades están alerta porque en algunos casos es más complicado pedir ayuda. “Se está hablando de una tasa negra porque no tenemos cómo saber si las cifras son reales, ya que hay personas viviendo con el abusador y no tienen manera de denunciar”.
González recuerda que especialmente para los migrantes, el hogar muchas veces se compone de personas distintas a las del núcleo familiar, o incluso varias familias viviendo juntas, entre las que pueden presentarse situaciones violentas. “Son personas que no tienen relación de parentesco pero es un espacio reconocido como familiar, se da una relación familiar aunque no sean familia”, comenta, asegurando que las condiciones económicas y de vida del migrante hacen más propicios los casos de abuso doméstico. “El hacinamiento, la pérdida de privacidad, muchas personas viviendo en una sola casa, todo viene a aumentar la vulnerabilidad de esas familias”. Esas condiciones derivan en interacciones violentas, que sumadas a factores como el desempleo, la incertidumbre y el mismo miedo a contagiarse del virus (o que un familiar se contagie) exacerban las emociones. “Es aquí donde nos damos cuenta de que no estamos capacitados para sobrellevar este tipo de situaciones ni enfrentarnos a casos de violencia en cualquier de sus expresiones”. No obstante, reconoce que el confinamiento puede crear todo tipo de tensiones que son evitables si se acude a medidas flexibles: “es necesario repartir el trabajo de casa, que se ha aumentado, asignar tareas. También es importante tratar de continuar con nuestra rutina en la medida de lo posible, y en esa rutina incluir espacios para el ocio y la comunicación en familia”.
Explica la especialista que los menores, ancianos y las mujeres son los más afectados por la violencia intrafamiliar en los reportes mundiales de esta problemática y que con esto no se quiere decir que los hombres no la sufran, “solo quiere decir que hay menos denuncias”. Este argumento concuerda con cifras actuales en las que son los menores los que reportan más casos de abuso durante las épocas de aislamiento.
¿Qué hacer?: no son muchas las opciones cuando se trata de evitar o abandonar relaciones conflictivas y de abuso, pero las hay. La experta asegura que lo primero que debe hacerse en estos casos es identificar la violencia, y reconocerla. El paso siguiente es trazar un plan de acción, que puede tomar tiempo pero puede salvar vidas. “Ese plan debe incluir un bolso con una lista de contactos o personas que puedan ayudarnos, en caso de que se presente el momento de actuar. Deben incluirse elementos básicos de higiene, un cambio de ropa, algo de dinero y, en especial para quienes no viven en su país, pasaporte o las tarjetas médicas”.
González reconoce, sin embargo, que este último punto es muy complicado para muchos migrantes, precisamente por no contar con sistemas de salud o documentos. No obstante, existen redes de ayudas que prestan atención médica y sicológica independientemente del estatus migratorio de quién los solicite. En Estados Unidos, si se llama al 911, se activan protocolos de seguridad que incluyen albergues para víctimas de violencia doméstica y acompañamiento social, sicológico y económico.
¿Dónde acudir?: En Estados Unidos existe la Línea Nacional de Atención de Violencia Doméstica, que atiende casos en todo el país, así como diversas organizaciones en cada estado para tratar a las víctimas y ofrecerles todo tipo de acompañamiento, incluyendo el virtual que es uno de los más importantes dada la coyuntura. En ambos casos cuentan con profesionales de habla hispana para que el idioma no sea un impedimento. En España existen organizaciones como Woman Inc que también prestan estos servicios y cuentan con un apartado especial para víctimas de origen latino. En Colombia, existen alternativas por ciudad en las diferentes Secretarías de la Mujer, y para el caso del Aislamiento Preventivo que se lleva a cabo en el país, se activó la línea 155 para atención de violencia doméstica. Asimismo, ya hay cuenta de varios emprendimientos como la app Ellas, de la Red Nacional de Mujeres, que identifica puntos de atención en todo el país y los canales de la Fundación ASQ, liderada por González y su hijo.
En estos tiempos donde la salud física está en riesgo, es importante no desviar la atención de lo que puede estar pasando en casa. Identificar conductas abusivas y violentas es el primer paso para poder hacer uso de los recursos que los países y ciudades de todo el mundo han puesto a nuestra disposición. Pedir ayuda es importante, sin contar en qué parte del planeta estemos.
Escrito por : Jeniffer Varela Rodríguez.