Colombia es ciclismo: El retorno de los escarabajos

Publicado por John Machado | noviembre 8, 2018 | Actualidad
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Desde que en 1987 Luis Alberto Herrera Herrera, consiguió el título de campeón en la Vuelta a España, hasta 1992 cuando se retiró oficialmente del ciclismo profesional, no fueron muchas las figuraciones nacionales en este deporte tradicionalmente dominado por los ciclistas españoles, franceses, alemanes y británicos.

No obstante, aunque parecía que la victoria de ‘Lucho’ Herrera a finales de la década del ochenta había sido una casualidad, recientemente una nueva generación de atletas ha retomado la senda dejada por el deportista oriundo de Fusagasugá y de hecho, ha alcanzado victorias que hace 20 años parecían totalmente improbables.

De hecho, Nairo Quintana le ha devuelto al país entero el interés en el ciclismo. Sus victorias contundentes en el Giro de Italia en 2014, y en la Vuelta a España en 2016, además de sus dos segundos lugares en el Tour de France, en 2013, 2015 y un tercer lugar en 2016, lo convierten sin lugar a dudas en un referente internacional de Colombia.

Quintana es apenas la punta del iceberg de un fenómeno mucho más profundo e importante en la cultura deportiva nacional, a su lado figuran otros deportistas como Rigoberto Urán, que aunque no ha logrado quedarse con ningún título internacional, ostenta dos segundos lugares consecutivos en el Giro de Italia en 2013 y 2014 y un segundo lugar en el Tour de France en 2017.

Detrás de ellos, por supuesto hay todavía mucho más talento emergente, está por ejemplo Esteban Chaves, que pese a tener apenas 28 años, en 2016 fue segundo lugar en el Giro de Italia y tercer lugar en la Vuelta a España. De acuerdo con los medios especializados, el ciclismo está en auge en el país y al menos 47 deportistas colombianos hacen parte de la élite mundial.

La bicicleta sin embargo, no es una cosa sólo de hombres, de hecho, las mayores glorias deportivas de Colombia han llegado justamente a través del esfuerzo individual de una mujer. Su nombre es Mariana Pajón y ostenta el honor de haber sido la primera mujer latinoamericana en conseguir dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos de manera consecutiva en un deporte individual.

Colombia nunca tuvo una participación tan exitosa en ninguna edición de los Juegos Olímpicos, fue gracias a lo logrado por Pajón de manera consecutiva en Londres 2012 y Río 2016 y a las victorias de Quintana, Urán y Chaves, que el ciclismo nacional recibió un segundo aire mediático, y que ahora es el segundo deporte más popular en Colombia, después del fútbol.

Lo interesante, es que además de los varones que participan en las tres grandes carreras europeas, hay una escuadra femenina colombiana que empieza a hacerse conocida por sus participaciones en los Tours Femeninos organizados por la UCI, ellas son: Diana Peñuela, Blanca Liliana Moreno, Ana Cristina Sanabria y Jéssica Parra.

A diferencia de lo que sucedía en sus orígenes, el ciclismo colombiano ya no depende del surgimiento espontáneo de talento, de hecho, Mariana Pajón se preparó durante dos décadas consecutivas para convertirse en profesional y lo mismo puede decirse de Quintana, Chaves y Urán.

Es gracias al esfuerzo conjunto de este grupo de deportistas que la imagen de Colombia se ha ido transformando gradualmente en el extranjero, las victorias contundentes y la participación destacada de los deportistas nacionales en las tres grandes vueltas europeas, han ido disolviendo el imaginario negativo que la década del noventa fijó sobre el país.

Los escarabajos tienen el potencial de cambiarle la cara internacional al país, ningún otro deporte le ha dado tantas glorias a Colombia como el ciclismo y aunque sería deseable pensar que tenemos la capacidad de obtener triunfos en competiciones colectivas como el fútbol o el baloncesto, por ahora, el escenario está servido para que los deportistas colombianos brillen individualmente.

El futuro dependerá mucho del fomento que el Gobierno Nacional y entidades como Coldeportes le den a la inversión sobre los deportistas, y de que se conciba, de manera definitiva, el deporte como una profesión que necesita ser subvencionada y que es del máximo interés de la nación.

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